Alma de metal
Esta alma es de metal:
plomiza como las sombras que avanzan comiéndose lo que queda
de los días,
más pesada que el costal en el que cargo mis sinsabores.
De metal también las manos, los pies, las esperanzas,
la casa abandonada de la fe y los escombros de altar de los
amores.
Todos los signos, todas las ideas, los desatinos, lo sueños;
todos los giros, las vidas convergentes, los presagios;
todo se pinta de hierro, se endurece como el hierro, mata
como el hierro.
La vida de pronto es como una urna llena de muertos
reducidos a polvo,
polvo soy para un viento que no sopla, ¿entiendes la ironía?
Y sin embargo los días pasan y los organismos se buscan, se
acompañan e incluso se quieren;
la existencia produce existencia, los ciclos se suceden con
y a pesar del caos,
las señales se ignoran, las decisiones se toman y los
destinos se fraguan…¿y yo?
Viviendo detrás del espejo, reflejando todo menos mi propio
reflejo;
capturando imágenes vanidosas y efímeras. Con un alma de metal que no sabe de transparencia,
que no la atraviesa ningún haz de luz.
Si tan sólo...