Mujer distinta a todas,
mueves.
Ante ti se ofrendan las flores de mi pasado, entonces mueres.
Encontrándote vuelven las coplas de la infancia
Mujer precisa,
mueves
y ríes
y mueres.
Para cuando te encuentro entre destellos sordos te has ido.
Donde me quieres te espero hasta que llegas
y ya entonces,
el otoño se posa en nuestros años falsos.
De pronto nos movemos hasta perdernos.
Nos buscamos a tientas en las madrugadas de noviembre,
mientras el bestial frío nos arrincona al lecho.
La jornada hasta aquel regazo
nos deja despiertos
vacíos,
con el corazón desperdigado a cuatro vientos
solos,
con el dolor del invierno antes de tiempo.
Te veo partir esperando que me mires una vez más
-aunque sé que no lo harás-
sin embargo lo deseas o más bien,
tu alma se ha quedado a mi diestra
derramándose en sentimiento.
Mariposa encarnada en nacimiento,
no preguntes nada que te explique lo que soy
pues sólo soy lo que existió cuando te fuiste.
Sólo soy yo sin contradicciones.
Llámame ave,
estela,
supernova.
Llámame como prefieras pero quédate aquí aunque no te vea,
permanece adentro pero no me preguntes porque te quiero.
Mujer,
mueves todo lo que sí o no se ha movido.
Permítete la gracia de estar muerta para los pasados.
Mueve,
muere.
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